viernes, mayo 25, 2007

NO ESTAMOS SOLOS, DIOS NOS ACOMPAÑA
El mugido de los terneros en la distancia le hizo volver la mirada a Sherril, para comprobar con preocupación que avanzaban a una ciénaga muy peligrosa. Sin duda perderían las pocas cabezas de ganado por las que su padre, George, había trabajado tanto tiempo.
Los últimos meses no habían sido nada alentadores. Su madre falleció fruto de una penosa enfermedad, los negocios habían marchado contrarios a toda previsión y tenían pendiente el pago de un crédito atrasado.
Avanzó con rapidez para impedir lo que consideraba era una nueva catástrofe. En procura de sacar algunas de las crías que ya estaban adentrándose en el agua, cayó a una especie de vacío en el pantano, en el que comenzó a hundirse. Miró a todos lados con rapidez y angustia. No se veía a nadie. Su muerte era inevitable.
En su desesperación clamó a Dios. "Ayúdame. Sólo tu tienes el poder para sacarme de esta emergencia", dijo.
Jamás supo de dónde provenía, pero en pocos segundos lo vio cerca. Era un joven que promediaba los veinte años, alto, de complexión delgada. Le sonrió y extendió un trozo de madera hacia la chica.
--No tengas miedo, préndelo con las manos y sal de ahí... –le instruyó. Pronto Sherril estaba fuera de peligro. Sacudió sus ropas húmedas y llenas de lodo, y justo cuando se volvió para darle las gracias, descubrió que había desaparecido.
Un relato de un hecho real que conmovió a norteamericanos que apreciaron por televisión, y sin salir de su asombro, como los testimonios de personas como esta chica corroboraban respuestas específicas de Dios a sus necesidades. Todos coincidían en señalar que sus oraciones habían tenido respuesta...
No estamos solos.
Uno de los textos que mayor pasión despiertan por Dios y por su infinito amor, lo encontramos al finalizar el evangelio de Mateo.
Tras instruir a sus discípulos respecto a la urgencia de ir y predicar el evangelio a todas las naciones, el Señor Jesús les prometió: "...he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"(Mateo 28:20).
Hay momentos en que pensamos que todo está en contra o percibimos en nuestra angustia, que la soledad y nada más que la soledad, nos acompañan. La desesperanza golpea a nuestras puertas y probablemente nos sentimos inclinados de dejar de luchar.
¡Qué gran error! Jesucristo está con nosotros incluso en aquellos instantes difíciles que consideramos, nadie jamás podrá enfrentar. No estamos solos. Repítalo con sus propias palabras y créalo en su corazón. Basta que tome conciencia del respaldo permanente del Hijo de Dios, para que pueda moverse en la paz que trae al descubrir que hay todavía una salida al laberinto.
Posiblemente su vida está atravesando un período difícil. No se desanime. El Señor conoce sus problemas y desea ayudarle. No lo hará hasta que se lo pida. El ha sido y es respetuoso de nuestras decisiones, como un Padre que espera a que su hijo vuelva en sí de su error.
Una pregunta...
Es probable que no haya sentido esa presencia cercana de Dios porque jamás ha permitido que Jesús entre en su vida como Señor y Salvador. Aunque le han compartido la Palabra, siempre ha encontrado un pretexto para decir: "Luego lo acepto en mi vida.". Sin embargo hoy es el día.
¿Cómo hacerlo? Con una sencilla oración, incluso allí, frente al computador. Dígale: "Señor Jesús te recibo en mi corazón, Gracias por tu sacrificio en la cruz para perdonar mis pecados y abrirme las puertas a una nueva vida. Obra en mi ser y haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén"
Si hizo esta oración, le felicito. Es el mejor paso que ha podido dar. Su existencia será diferente. Ahora restan tres sugerencias. La primera, que haga de la oración un camino diario para hablar con Dios; el segundo, que lea la Biblia para conocer la voluntad de Dios para usted y, la tercera, que comience a congregarse en una iglesia cristiana.
Seguir a Dios es muy dificil pero no es imposible. si no lo crees experimenta y asegurate de lo que te digo.